Reprimenda

EDUARDO PITCHON - London

En mi primera aproximación a este tema sentí un instintivo rechazo. No me gustó el tema. He vivido toda mi vida tratando de escabullir el asunto, o no es así?

Hay dos modos de aprender o de enseñar. Uno es a través del énfasis positivo, el otro es por medio de la connotación negativa. La reprimenda cae en esta última categoría.

Cuando connotamos negativamente estamos reprendiendo de algún modo o forma. En lo que a mi concierne el asunto es cómo se hace esto. Creo que el mayor problema es tratar de dilucidar cuando la reprimenda puede ser útil y constructiva y cuando puede ser destructiva o abusiva.

En mi vida me he encontrado con muchas víctimas de crianzas sobrepunitivas y también he visto los problemas que la sobreindulgencia puede ocasionar. “No se trata de lo que haces sino del modo en que lo haces”. Esta frase de una conocida canción arroja más luz sobre el asunto que un tratado erudito al respecto. Le habla a nuestro corazón y nos permite lograr una comprensión intuitivamente inmediata del asunto.

Como seres humanos todos tenemos una mente. Los habitantes de nuestra mente se llaman pensamientos. El problema radica no en el hecho de que tengamos una mente, sino en el hecho de que cada mente está poblada por diferentes pensamientos. Los pensamientos son como colectivos; una idea puede llevarte a Palermo, otra a Caballito y alguna otra eventualmente a Parque Lezama. De este modo, los pensamientos que sostengamos determinarán en gran medida la dirección y la calidad de nuestra vida.

Cada idea que sostengamos crea una atmósfera psicológica dentro de la que vivimos. Por lo que sería válido decir que todo el clima emocional dentro del cual vivimos es el resultado de la atmósfera generada por todos los pensamientos e ideas que sostenemos consciente o inconscientemente.

Otro modo de observar esto es pensar que la mente es una ciudad vacía, una ciudad antes de ser construida. Antes de que las casas, las calles y el tráfico se encuentren allí. Tan pronto como esta trama vacía comienza a poblarse, estas ideas se convierten en los hospedajes, las casas y los barrios a medida en que se van construyendo. Cada idea que consideramos es un alojamiento en el que vivimos, psíquica e ideológicamente.

Como sabemos, nadie es ciento por ciento consistente en los pensamientos e ideas que sostiene. La gente sostiene ideas que se contradicen entre si generando colisiones y tormentas en sus mentes y por extensión en su vidas. Esto se conoce como confusión.

Cuando el clima emocional o las colisiones se tornan demasiado inconfortables es momento para la intervención de un psicoterapeuta. Los psicoterapeutas somos, en este caso, como planificadores de ciudades. Exploramos las ideas y pensamientos que sostiene un individuo, asesorando y recomendando cambios en ideas que crean confusión o que actúan en detrimento del desarrollo de la persona. Vemos donde se encuentran las manzanas, que necesita reinstalación en otra área de la ciudad (mente), que ideologías necesitan ser erradicadas para permitir futuro crecimiento y que se encuentra bien y en su lugar adecuado. He dicho que somos como planificadores de ciudades, no somos ni el alcalde de la ciudad y ni su consejo deliberante. El paciente es finalmente responsable de sus propios cambios, la diferencia es que puede llevarlos a cabo desde una posición informada, tiene una opción.

Esto me lleva al tema que nos ocupa esta noche. La reprimenda puede tener lugar de dos modos: internamente, dentro de la mente del individuo, o externamente entre dos o más personas.

Reprender a otro individuo es ejercer un acto de poder. Significa decir, taxativamente, “yo tengo razón y vos estás equivocado”, o “yo soy bueno y vos sos malo”.

Es importante tener en cuenta que siempre que un individuo reprende a otro lo hace desde su propio y particular sistema de creencias. Nadie posee la verdad absoluta, todos tenemos una aproximación a la verdad.

En virtud de nuestro nacimiento como seres humanos vivimos en una dimensión en la que la luz está rota. Percibimos esa luz rota como colores de un espectro. Los colores que vemos en el mundo no son la luz real. Son un reflejo de la luz intacta original. La fuente.

Si creemos tener motivo y razón para corregir a otra persona es muy importante el cómo lo hacemos. Si nos paramos del otro lado de la valla y lanzamos misiles o abusamos. Esto constituye un acto de violencia y de guerra. Podemos tener éxito en forzar a la otra persona a hacer lo que queremos que haga por medio de fuerza superior, o podemos fracasar, aumentando su resistencia. Pero el resultado será el mismo; internamente generaremos resentimiento, animosidad, resistencia y odio.

Por otro lado, si sentimos que alguien está en el sendero equivocado, puede que sea nuestro deber tratar de corregirlo. A veces una reprimenda es el modo más apropiado de transmitir el mensaje.

La importancia de la reprimenda es cómo se formula. Antes de reprender es necesario dilucidar de donde venimos. Con que parte de nosotros mismos estamos reprendiendo. Venimos de un lugar de enojo y ultraje o desde un lugar de preocupación por el prójimo?

Lo que intentamos obtener, es una transformación de la naturaleza de alguien o solamente un acto de represión?

Si prestamos atención a las políticas religiosas, que es de lo que se trata en el caso que nos ocupa, yo diría que es un caso de imperialismo ideológico. Intolerancia frente al principio de unidad en la diversidad. Vivimos en un mundo multiétnico, multilingüe y con múltiples ideologías. Si este mundo ha de sobrevivir, entonces todos debemos aprender a verlo como nuestro hogar en común. Debemos aprender a respetar, a confiar y a amarnos los unos a los otros; no por aquello en lo que son exactamente iguales a nosotros, sino también por sus diferencias.